miércoles, 27 de octubre de 2010

Las lecturas de Borges: La Biblioteca

Mientras Felipe ultima los detalles para la presentación de la tercera parte de "Las lecturas de Borges", vamos a revelar un pequeño dato, que no podría llamarse secreto, dado que no es algo que se haya querido ocultar, sino algo que nunca pasó.
¿Cómo es eso? Bien, la historia de nuestro amigo bibliotecario, "Las lecturas de Borges" no siempre se llamó así. El nombre a veces nace en el proceso creativo como puntapié de una idea y otras, se forja en la medida que uno avanza y conoce más a sus personajes, la trama, el argumento.
Algo de eso sucedió en este caso. La idea primaria que aunaba los elementos "biblioteca", "persona solitaria", "lecturas", "libros" y "magia" se consolidó en un argumento de varias páginas, con un protagonista y un escenario definido.
Sin embargo, a la hora de escribir la primera oración de esta historia inicial, el nombre con el que había bautizado a la serie (si bien era un nombre que ya sabía, sería temporal) fue el de "La Biblioteca". 
Entonces, no tenía bien desarrollada la historia, si bien la idea ya rondaba la cabeza. Fue tal la importancia del bibliotecario y su don de viajar en sus lecturas, que estos dos elementos brillaron con mayor fuerza que cualquier otro a la hora de darle un título definitivo.
Y debo confesar que "Las lecturas de Borges" me pareció apropiado no solo por el sonido que genera pronunciarlo, ni tampoco únicamente porque resume en si la idea principal de la historieta: sino también por el halo de misterio que le daba a esa primera narración.
Es decir, yo lector, tomo la historia y leo "Las lecturas de Borges" y lejos estoy al menos en primera instancia de adivinar de que va el texto. No es un misterio para una novela, ya lo se, pero invita a averiguar que hay tras ese título ¿o no?
Llamar al protagonista Borges no fue una cuestión de marketing ni tampoco de una forma de mostrar devoción de mi parte por el afamado escritor (nada más lejos de la realidad). Creo que la referencia, sin embargo a Jorge Luis Borges, está dada por su pasado de bibliotecario, su amor por esos espacios y por los libros.
Dijo nuestra amiga Silvina en un comentario anterior, que el corolario para "Las lecturas..." sería un encuentro entre nuestro bibliotecario y el Borges autor. Sería, sin dudas, una buena experiencia desde la escritura y la creación, como también un desafío, ya que el Borges que no se llama Borges, tiene un don y no es el de escribir justamente, sino el de vivir dentro de lo ya escrito.
Sin embargo, esto me lleva a pensar si acaso quienes escribimos en realidad lo que hacemos es navegar por esos mundos ya escritos y tomar de cada párrafo alguna idea, algún indicio que nos lleve hacia otra historia y así continuamente, de modo tal que en un punto determinado, tenemos todo para crear una nueva narración o realidad.
La idea sería la de la retroalimentación, que toda historia nace de algo ya escrito, que todo texto es producto de otro anterior.
Y si bien no estamos aquí para presentar teorías literarias, súmenle ese punto a la existencia de "Las lecturas de Borges", que nace de una lectura, de una invitación a ese otro mundo que nos espera dentro de un libro, que para el común de los mortales no pasa de ser una historia que uno debe recrear palabra a palabra con la imaginación y que para nuestro querido amigo es la experiencia vívida, el viaje que todo desearíamos poder hacer.
Esas lecturas nacen y mueren dentro de la historieta, en una biblioteca, pero a pesar de ello y de ese título preliminar, no es la biblioteca, como podríamos pensar, el escenario de los relatos. Sino que vamos más allá y éste pasa a ser el libro, el argumento ya escrito con anterioridad. Nos apropiamos de esa otra historia, jugamos con ella, nos metemos en ella. Y allí, desarrollamos la nuestra. Y ambas conviven. Los escritos que nacen de otros escritos, las lecturas que se alimentan de otras. La biblioteca que todo lo encierra y que tanto nos fascina.
Las lecturas de Borges, que todo ello homenajea.

4 comentarios:

SIL dijo...

Mejor explicado, imposible.
El cambio en la idea del título fue atinado- marketing o no- porque te guste o no el Maestro, su nombre es una invitación al misterio.
Es automático. Es inevitable.
El homenaje al que aspiraba la historia se cumple con creces.

Y en ese hipotético encuentro que yo me he imaginado, disparado por la lectura de esta historia, creo que ante los ojos azorados del bibiliotecario, el maestro ciego, con su bastón golpeteando suavemente las patas de las sillas y las mesas, le diría con voz firme:

¨Siempre me imaginé el Paraíso como un tipo de biblioteca. Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído ¨

Beso x 2

SIL

Con tinta violeta dijo...

Ya se dijo hace mucho tiempo una frase muy atinada: "nada nuevo bajo el sol"...y es verdad que incluso para la creación literaria uno es hijo de sus lecturas, de sus preferencias, de sus maestros, de lo vivido a partir de ellas consciente o inconsciente y de a partir de ahí dejar volar la imaginación...
Siempre es un placer asistir después de la lectura de la historia a este "detrás de la escena"...como cuando al finalizar una novela histórica el autor separa el dato real y lo que noveló.
¡¡¡Gracias artistas!!!

Anónimo dijo...

que gustazo recorrer estas estanterías cargadas de homenajes y grandes historias!
salute!

Felipe R. Avila dijo...

Excelente reseña, Ernesto!

Dan ganas de verla publicada en una revista en papel,che...con aclaraciones de autores,libros etc, para "llevar" al lector a la búsqueda de los libros originales...

PD: a la bisabielita de Sil- que le encantan las verificaciones de palabra-, a mi me acaba de salir para poder publicar esto,una palabra que dice:"redistin"...